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Aquel, que era, que es y que va a venir

8Los cuatro vivientes tienen cada uno seis alas, están llenos de ojos todo alrededor y por dentro, y repiten sin descanso, día y noche:
Apocalipsis 4:8
≪Santo, Santo, Santo
Señor Dios todo poderoso
´Aquel, que era, que es y que va a venir´≫Los cuatro vivientes tienen cada uno seis alas.
Juan ve cuatro vivientes cada uno con seis alas; En la visión que tuvo el profeta Isaías “del Señor sentado en su trono excelso y elevado, unos serafines se mantenían erguidos por encima de Él; cada uno tenía seis alas” (Isaías. 6,1-2); Ezequiel ve en su Apocalipsis querubines con cuatro alas (Ez.10).
El número de alas es un símbolo de la jerarquía de los ángeles y de su cercanía a Dios; sus alas simbolizan que son seres espirituales inmateriales que no están sujetos al espacio- tiempo y tienen libertad de movimientos para aparecerse en cualquier lugar con extrema rapidez y de acercarse al trono de Dios según su jerarquía.
Los seres angélicos que están más cerca de Dios son los Serafines que tienen seis alas. El número de alas indica el nivel espiritual y la capacidad que tienen los seres angélicos de amar y de alabar a Dios y de ser felices con su visión y con la función que realizan sirviéndole. Los serafines tienen seis alas, dos tapan el cuerpo y dos tapan el rostro ante Dios y dos alas son para volar. Aquí surge la duda de si los cuatro vivientes que vio Juan eran Querubines o Serafines.
9y cada vez que los vivientes dan gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono y vive por los siglos de los siglos,10los veinticuatro Ancianos se postran ante el que está sentado en el trono y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y arrojan sus coronas delante del trono diciendo:
Apocalipsis 4:9-11
11≪Eres digno Señor y Dios nuestro
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
por tu voluntad, existe y fue creado≫
La Trinidad de Durero Desde la puerta abierta del cielo Juan, en estado de éxtasis, ve cómo Dios todo Poderoso sentado en su trono, Creador de todas las cosas terrestres y celestes, es adorado por los seres vivientes de su corte celestial que rodean el trono. Los cuatro querubines adoran, honran, glorifican y aclaman la santidad infinita de Dios Creador sin cesar, repitiendo constantemente una misma triple aclamación a su Santísima Trinidad, «Eres digno Señor Dios nuestro de recibir la gloria, el honor y el poder».
Los veinticuatro ancianos se unen al acto de adoración al Creador iniciado por los querubines; se postran de rodillas, se inclinan, profundamente hasta el suelo, aclamando la dignidad y la santidad de Dios y se quitan sus coronas de vencedores, en señal de sumisión y como signo de obediencia y respeto. Los veinticuatro ancianos proclaman su propio himno litúrgico, «Eres digno Señor y Dios nuestro…»
Los veinticuatro ancianos representan a toda la humanidad redimida por la sangre de Jesucristo, que vive ya en el cielo viendo a Dios y siendo totalmente felices eternamente.
La visión que tiene Juan de la liturgia que se está celebrando en el cielo es el preludio del acontecimiento cósmico definitivo que va a suceder, el juicio final de Dios a todos los seres espirituales creados.
Las oraciones individuales que hacemos y las liturgias de oración y de adoración a Dios que celebra la iglesia, son el acto más importante y trascendental que podemos hacer mientras vivimos en la tierra. Todos estos actos de adoración, de alabanza y de petición que hacemos, se unen a las oraciones de todos los santos de la tierra y del purgatorio, y suben al cielo para unirse al acto litúrgico de la adoración continua de todos los seres angélicos y de la humanidad triunfante ante el trono de Dios.
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El Símbolo Religioso del Tetramorfo

Los rostros de león, de toro y de águila que aparecen en la visión de Juan, representan a tres animales cargados de simbolismo para la humanidad desde la antigüedad en Egipto y en Sumeria, y ya eran citados en el Antiguo Testamento y eran familiares en la apocalíptica judía.
Durante el éxodo del pueblo de Israel (s. XIII AC,) Yahveh mandó a Moisés agrupar a las doce tribus en torno a la tienda del Encuentro en cuatro campamentos, situados según los cuatro puntos cardinales (Núm. 2); al Este la tribu de Judá con el emblema del león, al Sur la tribu de Rubén con el emblema del hombre, al Oeste la tribu de Efraín con el emblema del toro y al Norte la tribu de Dan con el emblema del águila. Las banderas de las cuatro tribus llevaban como emblemas, los cuatro rostros de los seres vivientes que aparecen posteriormente en el Apocalipsis.
El Tetramorfo o Pantocrátor, representa a Dios Padre Creador en su trono ó a Dios Hijo Redentor rodeado de los cuatro evangelistas.

El Tetramorfo, Iglesia de Hurones, Burgos. Los santos Padre Ireneo y Jerónimo identificaron los cuatro vivientes con los cuatro evangelistas; en la asignación de los rostros de los seres vivientes a los evangelistas prevaleció el criterio de san Jerónimo (s. IV).
El primer evangelista Mateo se asocia al rostro del viviente “como de hombre”, a la humanidad y a la Encarnación de Jesús y a sus connotaciones como hombre que, generalmente, está representado con alas.
El segundo evangelista Marcos se asocia al rostro “como de león” y al simbolismo bíblico de fortaleza y al poder de Dios Creador o a la majestad y el poder de Jesucristo Redentor proclamando el evangelio y saliendo vencedor de la muerte con su Resurrección.
El tercer evangelista Lucas se relaciona con el simbolismo que encierra el toro y con el sacrificio de la Pasión Jesucristo para salvar a la humanidad.
El cuarto evangelista Juan es símbolo de la palabra de Dios y expresa la Resurrección de Jesucristo asociada al simbolismo que encierra el águila.
San Agustín en el siglo V interpretó los rostros vivientes de modo diferente: el león como la fortaleza de la iglesia, el toro como la pasión de Jesucristo, el hombre como la humildad de la Iglesia y el águila como la Iglesia voladora y libre. Durante los siglos V y XV el tetramorfo se convirtió en un conjunto iconográfico importante del arte sacro cristiano.
El Tetramorfo-Pantocrátor.
En el arte religioso medieval bizantino y románico el Tetramorfo se extendió muy profusamente por toda la cristiandad con imágenes de composiciones muy variadas. Los seres vivientes, generalmente, se representaban con alas y sin ojos.
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El cuarto viviente es como un águila en vuelo

7El primer viviente como un león; el segundo viviente, como un novillo; el tercer viviente tiene un rostro como de hombre; el cuarto viviente es como un águila en vuelo.
Apocalipsis 4:7El cuarto viviente del Apocalipsis tiene el aspecto de un águila en vuelo; representa a todos los seres voladores por sus destacadas cualidades animales y por su especial y distinto comportamiento de otros animales; estas cualidades le hacen merecedor de ser llamado el rey de las aves.
El Águila es un animal depredador voraz de gran tamaño, robusto, poderoso y provisto de cabeza, pico y garras muy poderosas. Puede volar a gran altura (4000-7000 m.) con extremada velocidad (200-300 km./h.) haciéndose invisible a la vista humana. Posee también una extraordinaria agudeza visual telescópica muy superior a la del hombre y a la de otros animales.
El águila es un animal que vive y hace su nido en lugares elevados de muy difícil acceso y es considerado como el rey de las alturas celestes. El Águila representa a los espíritus angélicos y reina en el cielo donde no puede reinar el león. Se comporta como un animal fuerte, poderoso y valiente, pero a la vez prudente.

Photo by Flo Maderebner on Pexels.com El águila es un animal valiente y sabio y signo de espiritualidad que no teme a la tempestad ni al rayo de las tormentas ni a la muerte; surca valientemente los cielos sin temor a los poderosos rayos. El águila es un ave solar y “celestial” cargado de energía que puede mirar fijamente al sol sin que se dañen sus ojos, que ve la tierra desde lejos y sus ojos aguileños ígneos pueden mirar al sol sin deslumbrarse y escudriñar a distancia para localizar sus presas.
Por su proximidad al cielo, el águila se considera como un signo de lo divino que influyó enormemente en la visión del hombre de su propio ser, de su comportamiento y de su evolución a lo largo de las diferentes culturas que se sucedieron en el tiempo.
La biblia menciona el águila unas treinta y ocho veces, como ave que vuela hacia los cielos (Prov.23,5); para que tu juventud se renueve como el águila (sal. 103,3-5).
Para los cristianos el águila es símbolo de contemplación y de adoración a Dios, de la ascensión espiritual, de la regeneración por el Bautismo como manantial de salvación y representa a Dios Padre, a su Hijo Jesucristo y su naturaleza divina.
El rito del Bautismo del neófito, con la inversión por tres veces, representa al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y guarda una cierta relación con el mito de la regeneración del águila; el alma del que se bautiza “lava” su alma en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
El águila se asocia también con san Juan evangelista y con el profeta Elías. Para san Jerónimo es símbolo de la Ascensión de Jesucristo y de la elevación del espíritu por la oración.
Dios hace con sus hijos como el águila con sus polluelos, “como un águila incita a su nidada, revolotea sobre sus polluelos, así él despliega sus alas y lo toma y lo lleva sobre su plumaje” (Dt. 32,11). Así también Jesucristo lleva las almas de la tierra al cielo.
El mito pagano del águila ha sido sublimado y hecho realidad con la Muerte y la Resurrección de Jesucristo Dios y hombre, que ofrece una vida eterna de felicidad completa a toda la humanidad.
Tertuliano, san Ambrosio y Cirilo de Jerusalén hacen referencia al mito del águila Fénix que resurgió de sus cenizas, como prueba de la resurrección de la carne.
Jesucristo exhorta sin cesar en los evangelios a sus discípulos a cambiar de vida y san Pablo nos invita a aspirar a las cosas de allá arriba (Col. 3,1-4).
La fábula de la renovación del águila es un símbolo de renovación moral, espiritual y de penitencia, de la resurrección y de la vida eterna. La renovación moral y espiritual se alcanza con una intensa vida de oración y la frecuencia de los sacramentos.
La figura del águila representa el triunfo del espíritu sobre la materia y nos enseña a afrontar las dificultades de la vida, elevando nuestra mirando al cielo para superarlas y a caminar siempre creyendo que Dios nunca nos abandona.
Todos los vivientes alrededor del trono, ADORAN, ALABAN y dan GRACIAS incesantes a Dios Creador que ejerce, desde el trono, el gobierno del universo creado por Él. Dios creó al ser humano por Amor, pero fue creado para SERVIR y AMAR A DIOS Y para OFRECERLE TODA LA CREACIÓN (CIC. núm. 358). La visión de Juan indica que Dios está siempre cerca de los que le aman.
El Águila como Símbolo de Poder.
Por sus cualidades excepcionales como animal, la figura del águila se considera un animal mítico en muchas culturas y civilizaciones, y representa el poder en todas las mitologías que se han desarrollado en las culturas e imperios más importantes de la humanidad. Ha tenido, a lo largo de la historia, gran importancia como símbolo de nobleza, de poder y de triunfo sobre la serpiente, que representa la tierra los demonios y el mal.
El águila es un símbolo de victoria que adoptaron muchos imperios y naciones a lo largo de la historia. Ha sido un animal mítico en muchos imperios y culturas; simboliza el grado más alto de la dignidad, de la realeza y del poder humano; era considerado como un signo de las divinidades paganas.
La figura del águila, como símbolo de poder, alcanzó gran poder simbólico por su capacidad para surcar los cielos a gran altura, su velocidad y agudeza visual, y se convirtió en un símbolo de inteligencia. Estas cualidades, que no posee ningún otro animal, despertaron en el hombre una gran admiración y consideró al águila como un animal superior que podía volar hasta los cielos (prov. 23,5).
Estas cualidades únicas del águila excitaron en el hombre su imaginación e hicieron que su mirada se elevara al cielo y su intelecto hacia la trascendencia. El águila fue mitificada y se convirtió en un puente de conexión entre el mundo de la materia y el mundo del espíritu, que puso en marcha el proceso de renovación de la mente humana y el triunfo del espíritu sobre la materia, para poder enfrentarse a los poderes oscuros y malignos. La conexión con lo sobrenatural permitió al hombre tomar conciencia de sus limitaciones y experimentar la necesidad de pedir y obtener ayuda de lo alto, de seres celestes superiores a él. La conexión entre lo material y lo espiritual fue decisiva y permitió al hombre evolucionar y experimentar niveles superiores de consciencia, abriéndose a la dimensión espiritual que el hombre posee por naturaleza. En torno a la figura del águila surgieron muchos relatos míticos y simbolismos poderosos relacionados con los procesos de fundación de ciudades, países e imperios en los que el águila, vencedora de la serpiente, representaba el poder de Júpiter (Zeus) dios del cielo diurno, el arrojo y la valentía que no teme ni al rayo ni a las tormentas, como atributo de Júpiter. En el antiguo Egipto los animales eran representantes de los atributos de los dioses; el águila sería la más importante de las aves sagradas y simbolizaba la esperanza en una vida eterna después de la muerte relacionada con el culto al sol. El mito del Ave Fénix, ave de la inmortalidad que se inmola en una pira de fuego y surge de sus cenizas, estaba íntimamente relacionado con la divinidad solar, el dios Ra y, posteriormente, con el planeta Venus.
El mito debió de surgir en Libia y Etiopía, de donde pasó al antiguo Egipto (ca. 3000 AC.) y se extendió a otras civilizaciones: China, Mesopotamia, Japón, Grecia, Roma, Rusia, América… La existencia de seres angélicos o dioses alados con formas de águila está atestiguada desde hace más de 5000 años (AC.), así como la presencia de figuras de dioses y dioses alados y la presencia del disco solar.

El águila fénix mitológica La influencia del mito del Ave Fénix en el pensamiento, la cultura y la religión de la humanidad ha sido enorme. El mito encierra una trascendental simbología que expresa la esperanza de la humanidad en una vida eterna, ya desde los tiempos remotos; para el cristiano el ave Fénix vivía ya en el jardín del Paraíso.
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El tercer viviente tiene un rostro como de hombre

7El primer viviente como un león; el segundo viviente, como un novillo; el tercer viviente tiene un rostro como de hombre; el cuarto viviente es como un águila en vuelo.
Apocalipsis 4:7El tercer rostro “como de hombre”representa la humanidad celestial redimida por Jesucristo; el rostro como de hombre con alma espiritual, que está en presencia del trono, representa a la humanidad que ha sido fiel a Dios durante su estancia en la tierra y forma parte del pueblo de Dios, al que da continuamente gloria, honor y acción de gracias.
El rostro como de hombre del querubín puede significar también la figura de Jesucristo como hombre, su testimonio y su comportamiento en el mundo. Jesucristo verdadero hombre, sin dejar de ser Dios, asumió la naturaleza humana, en todo igual a la nuestra menos en el pecado. Jesucristo, como hombre, vivió en el mundo haciendo la voluntad de su Padre Dios haciendo el Bien y aceptando libremente su muerte en la cruz, para reconciliar a la humanidad que había desobedecido a su Creador, en la persona de nuestros primeros padres en el Paraíso terrenal.
El rostro como de hombre representa a la humanidad vencedora de la muerte, que constituye la nueva humanidad redimida por la muerte de Jesucristo en la cruz, resucitada y elevada al cielo, formando parte de la Nueva Creación (2Co 5,17).
La Resurrección de Jesucristo abarca a todo lo creado incluido el universo infinito que, al final de los tiempos, alcanzará su máxima perfección y esplendor y la humanidad habrá alcanzado su nivel máximo de felicidad y de gozo en la presencia de su Creador.
Con nuestra Resurrección, unida a la de Jesucristo y a la de nuestra madre María, comienza una nueva manera eternamente y dichosa de la existencia humana.
La nueva creación comienza para el hombre Ya en este mundo, cuando se reconcilia con Dios (2Co 5,20) ; ha desaparecido la enemistad con Dios.
La encarnación redentora de Jesucristo es el gran acontecimiento cósmico y el gran misterio inefable que transforma totalmente el universo material, en” un cielo nuevo y en una tierra nueva” y hace al género humano rey de la creación en Jesucristo rey del Universo. En Jesucristo se cumplen todas las promesas y todas las bendiciones para la humanidad. La fe en nuestra propia Resurrección, para una vida eterna y gloriosa, da sentido y trascendencia a nuestra vida perecedera en la tierra.
La Dignidad del Ser Humano.
El fundamento de la dignidad del ser humano es ser imagen de Dios; el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, poco inferior a los Ángeles, por su gran amor a nosotros; nos ha creado seres inmortales y nos ha puesto todo bajo nuestros pies; nos ha convertido en seres vivientes privilegiados de la máxima dignidad y ocupamos un lugar único en el universo. El ser humano es el ser viviente más precioso de la creación a los ojos de Dios; para él creó Dios todo lo que existe en el cielo y en la tierra y su vida es sagrada.
Dios ha dado al ser humano el privilegio de participar en el gobierno divino de la creación visible. Nuestro ser se compone de un cuerpo formado de materia cósmica corruptible y mortal, y de alma espiritual incorruptible e inmortal directamente creada por Dios, no generada por nuestros padres. La naturaleza del hombre no se compone de dos naturalezas distintas unidas; no hay una dualidad en el hombre, sino que forman una única naturaleza y en la Resurrección, al final de los tiempos, el alma inmortal se unirá de nuevo a su cuerpo y vivirán juntos eternamente felices.
La prueba que el amor de Dios al género humano es infinito es que nos creó semejantes a Él y, cuando desobedecimos sus mandamientos, envió a su único Hijo Jesucristo al mundo para restablecer nuestra amistad con Él, tomando nuestra misma naturaleza y aceptando su muerte en la cruz en obediencia al Padre.

La Humanidad en el Cielo Dios nos ha hecho personas libres; la inteligencia y la voluntad de nuestra alma nos hacen libres y dueños de nuestros actos; estos pueden ser buenos, o malos cuando no hacemos su voluntad. Dios nos ama y nos conoce antes de nacer; nos creó y venimos al mundo con una misión concreta para cada uno de nosotros; nos ha hecho representantes de Él en la tierra y administradores de todo lo que existe en ella.
El destino final de los seres humanos está en Dios participando de su misma vida divina eterna, colmados de felicidad o lejos de Él con una vida de terribles sufrimientos eternos.
Dios tiene un amor infinito que abarca a toda la humanidad: a buenos y malos, de distintas creencias, razas, culturas o condiciones económicas y sociales; quiere que todos nos salvemos y lleguemos a conocer la verdad de nuestra existencia y así podamos ser eternamente felices con Él en el cielo.
Jesucristo es, a la vez, Creador, Mediador y la Plenitud del ser humano, la imagen de Dios invisible y el único Salvador absoluto del género humano.
La resurrección de Jesucristo y nuestra resurrección en Él, es la única respuesta que da sentido a la existencia humana en la tierra y nos abre la puerta a una vida eternamente feliz en Dios como hijos de Dios y hermanos de Jesucristo, nuestro hermano mayor.
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El segundo viviente, como un novillo

7El primer viviente como un león; el segundo viviente, como un novillo; el tercer viviente tiene un rostro como de hombre; el cuarto viviente es como un águila en vuelo.
Apocalipsis 4:7El novillo (toro) ha sido, desde el principio de los tiempos un animal inseparable del hombre; le ha acompañado en la evolución de las civilizaciones a lo largo del tiempo; ha ayudado a los hombres en las labores del campo y sirviéndoles de alimento cuando es sacrificado. El toro se convierte en un símbolo para el hombre por sus cualidades animales: fuerza, potencia, fogosidad, belleza y majestuosidad. Por sus cualidades y comportamiento, el hombre consideró al toro como una fuerza fecundadora de la naturaleza creadora de vida, mereciendo ser respetado y venerado como un semidios.
El toro es un ser viviente servidor y protector del hombre que se convirtió en la cultura minoica (3000-2000 A.C.) en un animal mítico, en un símbolo de la fertilidad, de vida duradera y en un símbolo religioso digno de veneración y de adoración, acompañando a la gran diosa madre primitiva, como componente masculino fecundador. En el período neolítico el llamado Toro Celeste de Mesopotamia representa la Creación entera, hombres, animales y plantas y ostenta poderes cósmicos en la constelación de Tauro hasta el final del período neolítico.
El toro es uno de los animales sagrados más citados del Antiguo Testamento; fue adorado por Abram en Ur de los caldeos y por Jeroboán en Betel; está presente en la Biblia en muchos pasajes con diversos e importantes significados y acepciones.
El toro representa la fuerza salvadora, la vida que no muere y la trascendencia. Los significados más importantes del toro en la Biblia están relacionados con las manifestaciones del poder de Dios.
El dios hebreo inicial era el toro de Jacob que más tarde será reemplazado por el Dios de Jacob. En el pueblo de Israel primitivo, el toro como animal sagrado, era sacrificado a los dioses paganos como ofrenda de propiciación, con la que el pueblo lavaba sus pecados con la sangre de un toro sacrificado.
Este rito pagano prefigura veladamente, el poder de la sangre de Cristo que será derramada en el sacrificio de la cruz para el perdón de los pecados de los hombres. El toro representa el ímpetu, la fuerza en proclamar el reino de Dios de Jesucristo; su paciencia, su espíritu de servicio y entrega total a socorrer las necesidades espirituales y materiales de los hombres de su tiempo.
Síntesis de la Gran Influencia del Toro en la Evolución de la Religiosidad del Hombre a lo largo de la Historia.
El toro es un animal mítico protector que ha tenido gran importancia en la vida del hombre primitivo y en la evolución de la humanidad a lo largo de la historia; primero como animal de caza proporcionándole alimento, como se expresa en las pinturas rupestres de las cuevas del paleolítico, entre las que destaca la cueva prehistórica de Lascaux en Francia (ca. 13.500 AC).

El Toro de las Cavernas La figura del toro esculpido en piedra aparece en el llamado primer santuario de la historia, el yacimiento megalítico de Gobekli Tepe (ca. 12.000 AC.) situado cerca de la ciudad de Ur de Caldea (Urfa) al sur de ciudad de Anatolia, de donde salió el patriarca Abram, a la edad de 75 años, hacia Canaán (ca.1770 AC); fue enterrado en la ciudad de Hebrón (ca.1675 AC).

Toro de Gobekli Tepe (12000 AC.) Otro yacimiento muy importante es el asentamiento de Catal Hüyük en Anatolia Central (VI milenio AC.) que indica la presencia de la primera ciudad neolítica del mundo, en la que se encontraron estatuillas de la diosa Madre de la fertilidad y cabezas de toro en las paredes de las casas. Por primera vez aparece la certeza del culto al toro en el mundo egeo de la Anatolia hitita, el toro sagrado de los Hattianos, que recibió veneración y culto acompañando a la diosa Madre primigenia, como símbolo de virilidad. El culto a la diosa Madre desapareció hacia finales del Neolítico (ca.3.500 AC.).

Toro de Catal Huyuk, Anatolia (VI milenio) El culto al toro es la base del desarrollo de las religiones en el período neolítico, y en las edades del cobre y del bronce, en Mesopotamia y en los territorios situados en la zona de su influencia.
Desde el final del período neolítico hasta el final de la edad del bronce (ca.1200 A.C), el culto al gran toro celeste “gugalanna” asociado a la luna, que sobrevivió en la costelación de tauro, se extiende por toda Mesopotamia y por sus zonas de influencia como Canaán, cuna de las grandes religiones monoteístas, en la que el dios creador El era representado con una tiara de cuernos de toro sobre su cabeza. En las regiones de Asia Menor tuvo gran influencia la figura de toro, que fue adoptada por el dios solar Utu (Marduk) y el toro celeste se convirtió en un símbolo cosmológico en el poema épico de Gilgamesh.

El toro Celeste; Epopeya de Gilgamesh (2800 AC.) El pueblo hebreo estaba fuertemente influenciado por las religiones semíticas de Mesopotamia y de Canaán; antes y después de asentarse en la tierra prometida dieron culto al toro, como queda atestiguado en el relato del becerro de oro de la Biblia (Éxodo cap. 32).

El Becerro de Oro El culto al toro apareció en Egipto también en época temprana (ca.3050 AC.); fue adorado por los primeros pobladores del valle del Nilo y el toro más importante fue el toro Apis. El culto al toro se expendió también al norte de África y a la península ibérica.
La veneración al toro sagrado pasó posteriormente de Mesopotamia a la Isla de Creta durante la civilización minoica en la edad del cobre y del bronce (ca.3000-1000 AC.); sus símbolos religiosos eran su cabeza o sus cuernos ceremoniales (palacio de Cnosos en Creta (ca. 2.000 AC.). El toro o bestia de Creta era el Minotauro, una bestia mítica monstruosa y terrible, mitad hombre y mitad toro (blanco) que estaba ligado a la famosa epopeya del Gilgamesh, soberano mítico de la ciudad sumeria de Uruk (ca. 2800 AC.). El patriarca Abram pudo oír el relato de la epopeya de Gilgamesh que, por entonces, ya había sido escrita en tablillas de arcilla; el Minotauro perteneció también al panteón romano de los dioses.
En la religión mitológica politeísta griega no aparece el toro como uno de los semidioses, sino como la encarnación de ellos, desapareciendo como divinidad.
El toro era uno de los atributos de Zeus como símbolo de poder y de fecundidad. El dios Dionisio toma la figura de toro o de sus cuernos, en los ritos dionisíacos que se realizaban para significar la fertilidad. Los dioses Eros y Poseidón también estaban relacionados con el toro.
Aunque no es una divinidad, Sin embargo, el toro se sigue considerando como un animal muy noble y majestuoso, sin dejar de ser misterioso y agresivo, y venerado en la religión griega convertido en una ofrenda perfecta a los dioses que relaciona al hombre con la divinidad a la que representa.
En Roma desapareció el culto al toro sagrado como tal, pero se conservaron las creencias de la humanidad neolítica del toro sagrado y su figura se unió al culto sincrético romano del dios Mitra, dios solar invicto del cielo y de la luz (siglo I-IVDC.) y al culto místico-religioso pagano-helenístico tardío del toro astral que terminaba con la muerte del toro.
El culto a Mitra provenía del zoroastrismo persa (siglo VI AC.) y se trasmitió posteriormente al hinduismo de tradición védica.

El dios Persa Mitra En el mitraísmo el dios Mitra mata al toro astral, como un acontecimiento mítico, creador y regenerador de significado simbólico, rememorando la epopeya del rey mítico Gilgamesh que mató al toro celeste.
El culto al dios Mitra tenía un carácter mítico, salvífico y cosmológico, como alegórico del ciclo vital del comienzo de la regeneración y de la salvación de toda la creación en el que intervienen los astros. El toro sacrificado en el rito del mitraísmo es el toro celeste, el toro de la creación de todos los animales y plantas, que resurgen de su cuerpo sacrificado en el banquete ritual.
El mitraísmo se extendió desde Roma por toda Europa y rivalizó con el cristianismo de los primeros siglos influyéndose mutuamente; el culto a Mitra se difundió por muchos países de Mesopotamia, de Europa y del norte de África; su culto se extinguió en Roma al final del siglo IV DC.
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El primer viviente como un león

7El primer viviente como un león; el segundo viviente, como un novillo; el tercer viviente tiene un rostro como de hombre; el cuarto viviente es como un águila en vuelo.
Apocalipsis 4:7La visión celestial que tiene Juan en el éxtasis, encierra conceptos y realidades muy profundas y difíciles de interpretar; explicar la visión recurre a la utilización de imágenes similares a las utilizadas anteriormente en el Apocalipsis de Ezequiel. Las imágenes míticas utilizadas son las de: el león, el toro, el hombre y el águila. Estas imágenes contienen una gran carga simbólica acumulada a lo largo de la historia de la humanidad reflejada en los textos bíblicos.
Los cuatro querubines de Juan tienen cuatro rostros diferentes como de: león, novillo (toro), rostro humano y águila en vuelo, cada rostro con sus características propias. Las imágenes son híbridas y representan realidades superpuestas esencialmente diferentes.
En la visión del rostro de los cuatro vivientes puede interpretarse también, de modo simbólico, como el comportamiento paradigmático y el testimonio de Jesucristo como hombre obediente al Padre, mientras vivió en el mundo.
Los querubines representan a todos los seres angélicos espirituales; sus rostros manifiestan las almas de todos los seres creados, a los seres humanos animales racionales dotados de alma espiritual, de inteligencia y de voluntad creados a imagen y semejanza de Dios y a los animales irracionales creados con un alma no espiritual (alma animal). Todos los seres vivientes creados están ante el trono de Dios Creador.
El primer viviente como un León.
El primer ser viviente del que habla Juan tiene el rostro parecido al de un león. La figura del león se ha representado profusamente en las culturas y religiones de todos los tiempos, como un símbolo muy poderoso; su rostro representa, principalmente, el poder, la fuerza, la valentía y el coraje. El león es considerado como el rey de los animales salvajes por sus cualidades, su comportamiento y aptitudes ante otros; el león es un icono que está presente en todas las culturas como símbolo de poder, fuerza, valor, realeza y dignidad, y aparece en muchos pasajes de la Biblia. El libro de los Proverbios (30,30) le presenta como fuerte entre los animales, que no retrocede nunca ante nada; es un símbolo de lucha, de coraje y de victoria.
En el Antiguo Testamento el león tiene muchas referencias bíblicas y es el símbolo de la tribu de Judá a la que pertenecieron el rey David, el rey Salomón y Jesucristo, que es llamado en la biblia “el León de Judá”.
El rugido aterrador del león representa el poder de la palabra de Dios trasmitida a los hombres y que atemoriza con su rugido al hombre que no cumple su voluntad. El león es también imagen de la realeza del Mesías y del poder de Jesucristo resucitado y vencedor de la muerte. Jesucristo protege como un león a los que le siguen y confían en ÉL y les adiestra para luchar y vencer al maligno. El comportamiento del cristiano contra las acechanzas de los enemigos del alma debe imitar el comportamiento atribuido al león.
El rostro de león representa la majestad, el poder y la protección de Jesucristo a su pueblo escogido; la Biblia le llama” León de Judá” vencedor de la tribu de David.

Jesucristo León de la tribu de Judá La figura del león en la biblia.
Hay muchas alusiones en la Biblia a la figura del león (más de 150 veces); aunque es una figura ambivalente, principalmente representa la imagen de realeza, de poder y de fuerza. Es figura de Jesucristo resucitado e imagen del poder de Dios (Job 10.16).
En algún pasaje representa la imagen del poder del mal que es Satanás y de las fuerzas destructivas que acechan y buscan a quien devorar (1ª de Pedro,5-8) y los leones dispersaron el rebaño de Israel (Jr.50.17).
En la Biblia el león representa de modo simbólico a la tribu Judá, al rey David, a Jesucristo y al Mesías; representa también la bendición, la majestad y la protección; El León de la tribu de Judá convertido en cordero degollado, será el único viviente capaz de abrir el libro de los siete sellos del Apocalipsis. El Señor también utiliza la figura del león para castigar al hombre que desobedece sus mandatos (1ª de Reyes 13,24-28) y dice” tan pronto como te apartes de mí, un león te matará” (1ªdeReyes 20,36). En otra cita el rey manda traer a aquellos hombres que habían acusado a Daniel y echarlos al foso de los leones junto con sus mujeres y sus hijos; aún no habían llegado al fondo del foso, cuando ya los leones se habían lanzado sobre ellos y los habían devorado. (Dan.6,25)
El león es el primer viviente que aparece en el libro del Génesis en la Biblia. El patriarca Jacob bendice a sus hijos y elige a su hijo Judá entre sus hermanos y le llama cachorro de león (Génesis, 49,9-12); este león de la tribu de Judá es el que abrirá el libro y sus siete sellos (Ap.5,5) que nadie puede abrir

El león En la Biblia Jesucristo perteneciente a la tribu de Judá, es llamado el león de Judá; toma la naturaleza humana para difundir la buena nueva de la salvación a la humanidad y lucha con furia e ímpetu, rugiendo como un león, contra los planes de los enemigos de Dios promovidos por Satanás. De esta lucha saldrá vencedor resucitando de entre los muertos haciéndose obediente como un cordero (Génesis 49,10).
Los discípulos de Jesucristo tienen también que luchar en este mundo con furia e ímpetu, como un león rugiente, contra nosotros mismo y contra todo lo que se opone a la voluntad de Dios, siendo humildes y obedientes como corderos y haciendo su voluntad con la agilidad de un águila.
La figura Mítica del León.
El león (leona), a veces alado, junto con la figura del toro, es un animal de alto contenido simbólico con gran número de acepciones y asociado a muchas iconografías a lo largo de la historia, en las civilizaciones más antiguas e importantes de la humanidad y ha estado muy unida a las creencias religiosas más trascendentes de la especie humana desde el principio de los tiempos.

Talla de Hombre- León (ca.40.000aC.) Ya en el período paleolítico, la humanidad primitiva de las cavernas consideró al león como un ser superior, por su fuerza, poder, majestuosidad y belleza animal. El hallazgo de una escultura híbrida zoomórfica de marfil con cuerpo humano y cabeza de león en la cueva de Hohlenstein Stadel en Alemania, con una antigüedad de 40.000 años, demuestra la importancia y el reconocimiento del león por el hombre primitivo. Por sus destacadas cualidades como animal, el hombre de las cavernas ya realizaba actos rituales en torno a la figura del león.
De alguna manera el león representaba una fuerza protectora y vital superior al hombre primitivo, en un mundo que le era precario y peligroso al final de la última glaciación ocurrida en (ca.12.000. años AC.). Existen muchas y diversas representaciones del león, como figura mítica aislada o híbrida unida a otros animales en las principales culturas antiguas de la humanidad: sumeria, egipcia, mesopotámica, griega… y en numerosas culturas en Europa, Asia y África, como símbolo y encarnación de muy diversas deidades.
En Mesopotamia, cuna de la civilización humana, los sumerios (ca.3000-2500 AC.) y posteriormente los acadios, crearon el arte mesopotámico, en el que el león era considerado como un semidios relacionado con el sol, la luz y el fuego; el que nunca cierra los ojos.
En Egipto algunas diosas, como Sejmet y Sekhmet se representaban con cabeza de leona; el antiguo dios de la guerra Maahes aparecía también con cabeza de león. Algunos Faraones se inmortalizaron en figura de esfinge con su rostro y cuerpo de león, como la gran Esfinge de Guiza que representa al Faraón Kefrén (2518-2492aC.)

La Gran Esfinge de Guiza La figura del león se extendió por el mundo a muchas culturas y se convirtió en un símbolo de poder y de justicia relacionado con los dioses de la fertilidad y del amor: con la diosa Cibeles madre de los dioses y de la naturaleza salvaje, con Dionisio (Baco) y Afrodita (Venus) en Grecia. En Persia el león estaba muy presente como animal sagrado en el culto al dios Mitra y en las fiestas” leontinas”. En China y Japón los leones se convirtieron en símbolos guardianes de los templos que ahuyentaban a los demonios y en la India representaban a los dioses Krishna y Buda.
En la mitología griega ocupa un lugar destacado la figura del león gigante de Nemea hijo de dioses, encarnando muy diversas deidades llegando a ser considerado como un semidios representado con alas. El león mítico de Nemea era el más grande, más agresivo y poderoso entre las demás bestias; fue muerto a manos del héroe más paradigmático de la mitología griega, Hércules; el relato mitológico dice que la muerte del león provocó que el rey de los dioses Zeus, premiara al león de Nemea, subiéndolo al firmamento y creando la constelación de Leo, una de las más majestuosas del firmamento. Leo es el quinto signo del zodiaco y la constelación que representa la gloria eterna y la lucha feroz de Hércules. De modo general el león simboliza el rejuvenecimiento del vigor que asegura la alternancia de la noche y el día, del esfuerzo y del reposo.

El León de Nemea luchando con Hércules Las figuras de león formaban parte importante del ornamento del Templo de Jerusalén y su presencia en el arte se remonta a los albores de la historia; siempre han ejercido una gran fascinación en los seres humanos en todas las culturas y épocas históricas. Aparecen como guardianes de templos, palacios, mansiones y edificios notables; algunos ejemplos emblemáticos son: los leones en la puerta de Micenas (ca. 1200 AC.) y la presencia de doce leones de oro a cada lado de las escalinatas del trono de Salomón (ca.970-931AC.).

Los Leones de la puerta de Micenas 
Los Leones de la escalinata del trono de Salomón -
Un mar transparente semejante al cristal

6Delante del trono como un mar transparente semejante al cristal. En medio del trono, y entorno al trono, cuatro vivientes llenos de ojos por delante y por detrás.
Apocalipsis 4:6Juan continúa describiendo la visión que tuvo de Dios Omnipotente sentado en el trono del Cielo; la visión se dispone a revelar lo que va a suceder y la intervención inminente y definitiva de Dios al final de la historia de la humanidad.
¿Cómo describir con palabras la realidad escatológica asombrosa del cielo y la de Dios omnipotente que está viendo Juan con los ojos del alma y que rebasa el alcance de sus sentidos? Juan recurre a las imágenes que, aunque valen más que mil palabras, siempre son muy inferiores a la realidad que quieren expresar. Describe el cielo (el firmamento) con una metáfora, como un mar trasparente semejante al cristal, como un mar de cristal trasparente y luminoso. Juan vio que el trono de Dios y centro del universo estaba asentado sobre un mar trasparente semejante al cristal.

El Mar de Cristal El mar de cristal trasparente son las llamadas aguas celestes que Juan vislumbra en el cielo; las aguas celestes son las que separan la realidad terrena, en la que se encuentra Juan, de la realidad celestial de la visión a la que es trasportado en espíritu (Gen.1.6-8), (Ex. 24, 9-11), (1Reyes 12-19), (Ez.1,22).
En medio del trono y entorno al trono, cuatro vivientes llenos de ojos por delante y por detrás.
Aquí comienza la Revelación; Juan explica, con simbolismos y figuras, la visión que tiene con los ojos del alma, desde la puerta abierta del cielo, de los cuatro vivientes llenos de ojos por delante y por detrás.
Juan utiliza y transforma las imágenes contenidas en diversas fuentes bíblicas, principalmente de la visión celestial y de la presencia de Dios que tuvo el profeta Ezequiel (Ez. 1,5), durante su cautiverio en Babilonia (ca.594-567 AC.).
No es posible explicar con palabras el contenido de la visión celestial que tuvo Juan; la figura de los cuatro vivientes llenos de ojos por delante y por detrás del cielo admite varias interpretaciones plausibles fundamentadas en los textos bíblicos. Para explicar la visión celestial, Juan recurre a la estructura narrativa de las imágenes, símbolos y figuras que el profeta Ezequiel utilizó en su Apocalipsis(cap.1,5-28) con algunas diferencias propias de la nueva visión celestial, manteniéndose la escatología y la tipología del Antiguo Testamento; en el Apocalipsis de Juan se hacen 29 citas al Libro de Ezequiel.
La sabiduría y la luz del Espíritu Santo que inspiró las escrituras a los profetas nos permitirá también interpretar las imágenes y vislumbrar la realidad gloriosa del cielo y así, poder experimentar en la tierra las primicias de la alegría de la salvación de los hijos de Dios.
La gran diferencia entre los Apocalipsis de Ezequiel (AT.) de Juan (NT.) está en el carácter personal de los cuatro seres vivientes; en el Apocalipsis de Juan cada viviente se identifica por su rostro diferente y semejante a un determinado animal; en el Apocalipsis de Ezequiel los cuatro seres vivientes tienen la misma característica con los mismos cuatro rostros cada uno.
Los cuatro vivientes.
El número cuatro expresa totalidad y tiene un amplio significado y simboliza el cosmos y el mundo relacionado con los cuatro puntos cardinales; el número cuatro es el número de la creación y de todo lo creado en la tierra por Dios; a su vez está asociado a mensajes importantes relacionados con el futuro de la humanidad, de la tierra y del cosmos.
Los cuatro vivientes tienen un gran sentido simbólico; representan a toda la creación que está en presencia de su Creador alrededor del Trono desde el que la gobierna. Dios sentado en su trono reina y gobierna, en cada instante el universo creado por Él.
La presencia de los querubines y de la creación expectante presagia un mensaje muy importante de Dios, relacionado con los acontecimientos futuros que han de suceder a la humanidad y al universo entero. La visión de los querubines anticipa que algo trascendental está a punto de suceder. La corte celestial, los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes están dispuestos a participar, de algún modo, en el inminente juicio final de Jesucristo a la humanidad.
¿Quiénes son los cuatro seres vivientes?
Son querubines (o serafines), seres angélicos espirituales e inmortales creados por Dios; tienen la plenitud del conocimiento y el poder para conocer y ver a Dios y forman parte de la primera jerarquía angélica, serafines, querubines y tronos; son seres espirituales dotados de gran inteligencia y entendimiento. Son los servidores de Dios y siempre están atentos a la voz y a la palabra de Dios, prestos a ejecutar sus órdenes con la máxima prontitud y diligencia (Catecismo n.328-36).
Los querubines se mueven, abarcan y actúan, con la máxima celeridad, por todo el universo cumpliendo los mandatos de Dios; son seres vivientes alados “agentes del Bien”; su misión es colaborar con Dios en el plan de salvación de la humanidad y proteger la palabra de Dios en los momentos más difíciles cuando es atacada y colaboran en la difusión y en la preservación del mensaje de salvación e interviniendo, de modo destacado, en el momento del juicio final a la humanidad.
En el judaísmo, a los querubines se les llamaba los ángeles de fuego que sostenían el trono de Dios y estaban presentes en un lugar destacado, muy cerca del trono de Dios anunciando su presencia cercana. Sobre el Arca de la Alianza había dos querubines de oro macizo que Dios mandó construir a Moisés y en el templo de Salomón el arca se instaló en el “Santa Santorum” bajo las alas de dos querubines.
Son guardianes del Trono de Dios y están continuamente a su servicio, para guardar y proteger su Santidad y su Gloria; se asocian al gobierno y al juicio de los seres creados al final de los tiempos; están en constante movimiento cerca de Dios rodeando su trono y en relación estrecha y directa con Él. Su presencia anuncia la venida inminente de Dios al final de los tiempos, con la que Dios se acerca a los hombres para anunciarles su venida trascendental y definitiva como Juez del universo.
Los cuatro querubines, junto con los veinticuatro ancianos, realizan la liturgia de adoración y alabanza constante a Dios ante el trono; inician el acto de la Adoración continua a Dios Creador, que es seguida de la Adoración acompasada de los veinticuatro ancianos.
La visión describe el santuario celeste en el que Dios es adorado por todos los diversos seres vivientes que le sirven desde el principio de la creación. Este coro de adoradores de Dios Padre Creador, sentado en el trono, forma parte de la liturgia y de la escenografía del cielo que adora, alaba, da gracias y canta continuamente: ≪Santo, Santo, Santo, Señor Dios, Soberano del Universo, Aquel que Es, que Era y que Viene≫.

Los Cuatro Seres Vivientes y el coro de adoradores a Dios Padre 
Los cuatro querubines en la Asamblea Celestial alrededor del Trono de Dios. Llenos de ojos por delante y por detrás.
La abundancia de los ojos de los cuatro querubines simboliza su extraordinaria agudeza visual, inteligencia y capacidad para ver lo exterior y lo que hay oculto. La abundancia de ojos les es necesaria, para poder ver la grandeza de Dios, al que ven cara a cara, y para comprender sus deseos y para cumplir con rapidez sus mandatos; la abundancia de los ojos la necesitan para poder experimentar la gran dicha de contemplar la grandiosidad, la magnificencia y la belleza luminosa del rostro de Dios sentado en su trono. La contemplación de Dios les llena de luz, de energía, de vida y de una alegría que les colma de una felicidad completa y perpetua que comparten con los hombres en el cielo.
La abundancia de ojos y la gran agudeza visual que tienen los cuatro seres vivientes les permite escrudiñar con celeridad todo lo que sucede en el universo y vislumbrar el acontecimiento trascendental que va a suceder, como guardianes de todo lo creado; nada queda oculto a su mirada. La abundancia de los ojos puede ser interpretada también como la providencia y la salvación de los seres vivientes que viene de Dios.
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Los siete Espíritus de Dios

5Del trono salen relámpagos y fragor y truenos; delante del trono arden siete antorchas de fuego, que son los siete Espíritus de Dios.
Apocalipsis 4:5Juan cuando mira al trono nimbado de luz en el que está sentado Dios Creador, es cegado por el fulgor de los rayos de luz que salen del trono; no ve el rostro de Dios, ve la manifestación luminosa de su Presencia sobrecogedora, su Divinidad, su Poder, su Majestad y su Gloria, simbolizadas en los relámpagos y en el fragor de los truenos.

Del Trono Salen Relámpagos y Fragor de Truenos La teofanía o manifestación de Dios que ve Juan no difiere de la descrita en el monte Sinaí en el Antiguo Testamento y no modifica la imagen inicial de Dios; “Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios≪ Aquel que es, que era y que va a venir≫, el Todopoderoso” (Ap. 1,4-8.).

La Teofanía de Dios Delante del trono arden siete antorchas de fuego, que son los siete Espíritus de Dios.
En la visión espiritual del cielo que Juan tiene de la liturgia de adoración ante el trono de Dios Creador y Soberano del universo, ve siete antorchas de fuego o lámparas de fuego; estas lámparas están representadas por la Menorá.

Las Siete Antorchas de Fuego La Menorá es uncandelero con siete brazos que tiene siete llamas siempre encendidas por orden de Dios; las siete llamas representan los siete Espíritus de Dios (Zacarias 4.2); la Menorá es el símbolo más sagrado de la religión hebreo- judaica y era la pieza fundamental de la adoración en el templo de Jerusalén

La Menorá Son los siete Espíritus de Dios.
Los siete Espíritus de Dios delante del trono de Dios, pueden ser interpretados como el Espíritu Santo en la plenitud de sus siete dones. Siete es el número de Dios, el número de la perfección, del poder, de la totalidad y de lo sagrado; también pueden ser interpretados, como los < siete Ángeles (Arcángeles) de la Presencia> que están delante del trono de Dios (comentario Ap. 4,5), posteriormente tocarán las siete trompetas que anunciarán el comienzo del juicio final.
Los Querubines, participan en la liturgia celestial de adoración y de alabanza a Dios Soberano que cantan con una sola voz y los Ángeles son mensajeros enviados por Dios con la misión de ayudar, proteger y conducir a los hombres al cielo.

Los siete <Ángeles de la Presencia> -
Veinticuatro tronos alrededor del trono

4Vi veinticuatro tronos alrededor del trono y sentados en los tronos, a veinticuatro Ancianos con vestiduras blancas y coronas de oro sobre sus cabezas.
Apocalipsis 4:4El vidente Juan describe la visión celestial de la grandiosa sala del trono del Dios Altísimo que ha visto con los ojos del alma; como no puede hacerlo con palabras, utiliza símbolos e imágenes, que siempre son superadas por la realidad que intentan explicar.
Juan pasa de estar en la iglesia terrena a ser llevado en el espíritu por el Espíritu Santo, a contemplar la iglesia triunfante del cielo. Desde la puerta abierta del cielo, ve veinticuatro tronos alrededor del Gran Trono de Dios y sentados en ellos, a veinticuatro Ancianos con vestiduras blancas y coronas de oro sobre sus cabezas.
veinticuatro Ancianos con vestiduras blancas y coronas de oro sobre sus cabezas
Los veinticuatro Ancianos representan, de modo simbólico, todo el pueblo glorioso de Dios que vive ya en el cielo; es la iglesia triunfante que vive y reina con Jesucristo; los Ancianos son los hombres santos que participaran en el juicio final a todas las naciones, cuando Jesucristo se presente como Juez universal en su segunda venida. El Apocalipsis habla seis veces de los misteriosos Ancianos.

Figura 9. Los veinticuatro Ancianos Músicos ante el Trono,
Arte Románico S. Domingo de SoriaEl vidente Juan define a los hombres celestes que ve sentados en los tronos alrededor del gran trono de Dios Omnipotente e Inaccesible como Ancianos que forman parte de la función litúrgica de adoración y de alabanza que realizan ante la presencia de Dios sentado en el trono.
Los veinticuatro Ancianos rememoran la función sacerdotal de los doce profetas de Israel del Antiguo Testamento y los doce apóstoles del Nuevo Testamento, que representan a todo el pueblo del Dios de la Alianza, el Dios Creador y de la Historia de la Salvación. La palabra “Anciano” significa la inmortalidad de los hombres en el cielo que han sido redimidos por Jesucristo y que han obedecido a Dios durante su vida en la tierra.
Los veinticuatro Ancianos con vestiduras blancas representan a los hombres santos y escogidos, de todo linaje lengua pueblo y nación, que han seguido a Jesucristo durante su vida terrena, el Cordero sin mancha que ha sido degollado.
El símbolo de las vestiduras blancas indica que los veinticuatro ancianos, han alcanzado la gloria y son hombres justos conforme a la voluntad de Dios. Han merecido las coronas de oro del triunfo porque han salido vencedores de la prueba. Los veinticuatro Ancianos son reyes y sacerdotes para reinar con Jesucristo sobre las naciones (2Tm2,12), (1Co6,23), (1Co4, 8).
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De aspecto semejante al jaspe y a la cornalina

3El que estaba sentado era de aspecto semejante al jaspe y a la cornalina.
Apocalipsis 4:3No es posible describir con palabras la presencia de Dios sentado en el trono: su poder, su grandeza, su magnificencia y su belleza.
Juan, para describir el aspecto de Dios uno y trino sentado en el trono, su fulgor y resplandor, utiliza el aspecto reluciente de las piedras preciosas.
El jaspe de color blanco brillante representa la pureza y la santidad de Dios y la cornalina de color rojo trasparente, como el de una puesta de sol, representa la fidelidad, la justicia y la ira de Dios, Juez de vivos y de muertos. Dios viene como juez del mundo en la persona de su Hijo Jesucristo, para dar comienzo a los juicios escatológicos profetizados por las escrituras.
Estas piedras preciosas simbolizan la deslumbrante gloria de Dios, sus atributos, excelencias y perfecciones. Las piedras preciosas elegidas son duras y resistentes, que significan la eternidad y la belleza indescriptible del rostro de Dios. Juan ve a Dios cubierto de una vestidura de luz celeste resplandeciente y de gran belleza.
La biblia se refiere al jaspe y a la cornalina como piedras preciosas que forman parte del basamento de la muralla de la Jerusalén celestial como refiere la Biblia.

Jaspe 
Cornalina 
La Jerusalén Celestia Y un arcoíris alrededor del trono, de aspecto semejante a la esmeralda.
En la visión beatífica Juan vio el trono de Dios rodeado de una aureola luminosa, un arcoíris de un color semejante al de una piedra preciosa, la esmeralda. El arcoíris es una sinfonía de colores; es un mensaje y una señal de la presencia de Dios Creador en el cosmos.
El arcoíris está formado por un gradiente continuo de colores espectrales con siete colores fundamentales. Juan percibe el arcoíris como de color verde esmeralda rodeando el trono de Dios. Apare en las nubes, en ocasiones, después de un día de lluvia.
El primer arcoíris apareció en el cielo después del Diluvio “como señal de Mi pacto con la tierra” (Génesis 9,13). Dios estableció un pacto con Noé y con todos los seres vivientes de la tierra. El arcoíris muestra la presencia de la Luz en medio de la oscuridad.
El arcoíris es también señal de su Segunda Venida como Juez. Es un signo del Poder, de la Misericordia y de la Majestad de Dios (Ezequiel 1,28). Después del arcoíris cesa la lluvia y sale de nuevo el sol que da luz, calor y energía, representando la imagen de Dios Creador y dador de vida. Los colores tienen también diferentes significados simbólicos bíblicos.
El color verde esmeralda alrededor del trono significa la majestad perfecta e inefable de Dios, su amor misericordioso, el perdón al hombre y la esperanza en Dios. El color verde es el signo de la inmortalidad, de la Resurrección y de la Vida Eterna; es una mezcla de color amarillo y representa la paciencia en la tribulación; el color azul representa el poder de la palabra de Dios.
La Esmeralda.

Esmeralda La esmeralda pura es una piedra preciosa de color verde de incomparable belleza, mezcla de color amarillo y azul. Juan define el arcoíris que rodea el trono de Dios, como de color semejante a la esmeralda, de color verde brillante y trasparente asociada a conceptos como: la vida inmortal, la paz, el amor, la paciencia, la esperanza, el poder, el optimismo, la serenidad y la armonía. A la esmeralda también se la atribuyen poderes sanadores del espíritu y del cuerpo.
Los colores del arcoíris y las doce piedras preciosas de los cimientos de la Jerusalén celestial en la biblia, tienen un significado específico y varios significados simbólicos. La esmeralda es la cuarta piedra preciosa del basamento de la Jerusalén celestial y está colocada sobre la piedra de jaspe que es el primer basamento.
El Arcoíris.
Juan expresa la gloria y el poder infinito de Dios con una imagen simbólica luminosa de gran belleza, la luz del arcoíris, porque la belleza de Dios no puede ser expresada solo con palabras. La luz no es Dios, sino que Dios es luz (1Juan1,5) y no hay tinieblas en Él.
La luz es parte de la esencia de Dios, al igual que el amor, y expresa la santidad de Dios. La luz del arcoíris es manifestación de la divinidad de Dios y su único Hijo Jesucristo se presenta como luz verdadera que ilumina a los hombres.
Si el hombre no está iluminado por la luz de Dios, no puede conocerle; estaremos en la luz si caminamos con Jesucristo y seremos partícipes de la naturaleza divina de Dios. Jesucristo dice: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8,12). Dios es el creador de la luz física y el dador de la luz espiritual, por la que podemos ver y permanecer en la verdad. Andar en la luz significa conocer a Dios y comprender donde está la Verdad y vivir en Justicia.

El Arco Iris señal de Dios Creador La luz y el arcoíris en la Biblia son grandes metáforas y símbolos teológicos de la divinidad de Dios y símbolos de la revelación de Dios, de su presencia y de su acción continua en el universo y en la historia, que mantiene la creación y da la vida a los hombres. La luz, como realidad cósmica, llena de vida el universo y Jesucristo cabeza de la iglesia es la luz al mundo. La belleza de Dios Uno y Trino representada en el arcoíris y en la luz de los cuerpos celestes es tan grande que, con su sola contemplación con los ojos del cuerpo y del alma, hará inmensa y eternamente felices a los hombres bienaventurados del cielo. La luz eterna en el Cielo será plena y nunca se apagará.
El Arcoíris Símbolo Luminoso de la Presencia de Dios. Breve Descripción del Fenómeno Físico.
El arcoíris es un fenómeno físico luminoso visible de gran belleza producido por la acción de la luz en la atmósfera; aparece en determinadas circunstancias, por la incidencia de los rayos de luz blanca del sol sobre las gotas de agua presentes en la atmosfera; las gotas de agua actúan como prismas cristalinos que difractan los rayos incidentes de la luz y descomponen el rayo de luz blanca en rayos de diferentes frecuencias, colores y niveles de energía; estas energías están asociadas a un determinado color percibido por el ojo humano, dentro del campo visible del espectro electromagnético. Los colores percibidos por el ojo humano son siete: tres primarios: el rojo, el amarillo y el azul, dos secundarios como mezcla de los primarios: naranja, verde y dos colores terciarios: el naranja rojizo y el amarillo naranja.
La luz blanca del sol es una mezcla de longitudes de onda que contiene todos los colores; el color que vemos se produce en nuestro cerebro cuando interpreta las señales luminosas de los colores de los fotones incidentes de diferentes frecuencias; los fotones que reciben los receptores moleculares de nuestros ojos son procesados en el cerebro siguiendo un comportamiento cuántico.
El arcoíris se produce por la acción de la luz que tiene un comportamiento dual: como una partícula, el fotón y como una onda electromagnética, de naturaleza ondulatoria producida por los electrones. El proceso físico de formación del arcoíris es muy complejo; en la actualidad se estudia aplicando los principios de la mecánica cuántica, que es la ciencia que estudia el comportamiento de las partículas atómicas y subatómicas.
¿Cuál es el comportamiento de las ondas electromagnético y la naturaleza de la luz?; su conocimiento bordea el misterio y no es aun suficientemente conocida. ¿Cuál es el proceso físico que da el color a los objetos?; es de explicación muy complicada. La realidad física de la luz es externa a nosotros, nos precede en la creación y su realidad nos supera.
El mundo y el universo creado por Dios es una obra de arte perfecta, incomprensible en su totalidad para el hombre, a pesar de los avances de la ciencia humana; sin embargo, el hombre sí puede contemplar su belleza y ver en ella la mano Omnipotente de Dios en la Creación.

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