El Símbolo Religioso del Tetramorfo

Los rostros de león, de toro y de águila que aparecen en la visión de Juan, representan a tres animales cargados de simbolismo para la humanidad desde la antigüedad en Egipto y en Sumeria, y ya eran citados en el Antiguo Testamento y eran familiares en la apocalíptica judía.

Durante el éxodo del pueblo de Israel (s. XIII AC,) Yahveh mandó a Moisés agrupar a las doce tribus en torno a la tienda del Encuentro en cuatro campamentos, situados según los cuatro puntos cardinales (Núm. 2); al Este la tribu de Judá con el emblema del león, al Sur la tribu de Rubén con el emblema del hombre, al Oeste la tribu de Efraín con el emblema del toro y al Norte la tribu de Dan con el emblema del águila. Las banderas de las cuatro tribus llevaban como emblemas, los cuatro rostros de los seres vivientes que aparecen posteriormente en el Apocalipsis.

El Tetramorfo o Pantocrátor, representa a Dios Padre Creador en su trono ó a Dios Hijo Redentor rodeado de los cuatro evangelistas.

El Tetramorfo, Iglesia de Hurones, Burgos.

Los santos Padre Ireneo y Jerónimo identificaron los cuatro vivientes con los cuatro evangelistas; en la asignación de los rostros de los seres vivientes a los evangelistas prevaleció el criterio de san Jerónimo (s. IV).

El primer evangelista Mateo se asocia al rostro del viviente “como de hombre”, a la humanidad y a la Encarnación de Jesús y a sus connotaciones como hombre que, generalmente, está representado con alas.

El segundo evangelista Marcos se asocia al rostro “como de león” y al simbolismo bíblico de fortaleza y al poder de Dios Creador o a la majestad y el poder de Jesucristo Redentor proclamando el evangelio y saliendo vencedor de la muerte con su Resurrección.

El tercer evangelista Lucas se relaciona con el simbolismo que encierra el toro y con el sacrificio de la Pasión Jesucristo para salvar a la humanidad.

El cuarto evangelista Juan es símbolo de la palabra de Dios y expresa la Resurrección de Jesucristo asociada al simbolismo que encierra el águila.

San Agustín en el siglo V interpretó los rostros vivientes de modo diferente: el león como la fortaleza de la iglesia, el toro como la pasión de Jesucristo, el hombre como la humildad de la Iglesia y el águila como la Iglesia voladora y libre. Durante los siglos V y XV el tetramorfo se convirtió en un conjunto iconográfico importante del arte sacro cristiano.

El Tetramorfo-Pantocrátor.

En el arte religioso medieval bizantino y románico el Tetramorfo se extendió muy profusamente por toda la cristiandad con imágenes de composiciones muy variadas. Los seres vivientes, generalmente, se representaban con alas y sin ojos.

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