7El primer viviente como un león; el segundo viviente, como un novillo; el tercer viviente tiene un rostro como de hombre; el cuarto viviente es como un águila en vuelo.
Apocalipsis 4:7
El cuarto viviente del Apocalipsis tiene el aspecto de un águila en vuelo; representa a todos los seres voladores por sus destacadas cualidades animales y por su especial y distinto comportamiento de otros animales; estas cualidades le hacen merecedor de ser llamado el rey de las aves.
El Águila es un animal depredador voraz de gran tamaño, robusto, poderoso y provisto de cabeza, pico y garras muy poderosas. Puede volar a gran altura (4000-7000 m.) con extremada velocidad (200-300 km./h.) haciéndose invisible a la vista humana. Posee también una extraordinaria agudeza visual telescópica muy superior a la del hombre y a la de otros animales.
El águila es un animal que vive y hace su nido en lugares elevados de muy difícil acceso y es considerado como el rey de las alturas celestes. El Águila representa a los espíritus angélicos y reina en el cielo donde no puede reinar el león. Se comporta como un animal fuerte, poderoso y valiente, pero a la vez prudente.

El águila es un animal valiente y sabio y signo de espiritualidad que no teme a la tempestad ni al rayo de las tormentas ni a la muerte; surca valientemente los cielos sin temor a los poderosos rayos. El águila es un ave solar y “celestial” cargado de energía que puede mirar fijamente al sol sin que se dañen sus ojos, que ve la tierra desde lejos y sus ojos aguileños ígneos pueden mirar al sol sin deslumbrarse y escudriñar a distancia para localizar sus presas.
Por su proximidad al cielo, el águila se considera como un signo de lo divino que influyó enormemente en la visión del hombre de su propio ser, de su comportamiento y de su evolución a lo largo de las diferentes culturas que se sucedieron en el tiempo.
La biblia menciona el águila unas treinta y ocho veces, como ave que vuela hacia los cielos (Prov.23,5); para que tu juventud se renueve como el águila (sal. 103,3-5).
Para los cristianos el águila es símbolo de contemplación y de adoración a Dios, de la ascensión espiritual, de la regeneración por el Bautismo como manantial de salvación y representa a Dios Padre, a su Hijo Jesucristo y su naturaleza divina.
El rito del Bautismo del neófito, con la inversión por tres veces, representa al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y guarda una cierta relación con el mito de la regeneración del águila; el alma del que se bautiza “lava” su alma en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
El águila se asocia también con san Juan evangelista y con el profeta Elías. Para san Jerónimo es símbolo de la Ascensión de Jesucristo y de la elevación del espíritu por la oración.
Dios hace con sus hijos como el águila con sus polluelos, “como un águila incita a su nidada, revolotea sobre sus polluelos, así él despliega sus alas y lo toma y lo lleva sobre su plumaje” (Dt. 32,11). Así también Jesucristo lleva las almas de la tierra al cielo.
El mito pagano del águila ha sido sublimado y hecho realidad con la Muerte y la Resurrección de Jesucristo Dios y hombre, que ofrece una vida eterna de felicidad completa a toda la humanidad.
Tertuliano, san Ambrosio y Cirilo de Jerusalén hacen referencia al mito del águila Fénix que resurgió de sus cenizas, como prueba de la resurrección de la carne.
Jesucristo exhorta sin cesar en los evangelios a sus discípulos a cambiar de vida y san Pablo nos invita a aspirar a las cosas de allá arriba (Col. 3,1-4).
La fábula de la renovación del águila es un símbolo de renovación moral, espiritual y de penitencia, de la resurrección y de la vida eterna. La renovación moral y espiritual se alcanza con una intensa vida de oración y la frecuencia de los sacramentos.
La figura del águila representa el triunfo del espíritu sobre la materia y nos enseña a afrontar las dificultades de la vida, elevando nuestra mirando al cielo para superarlas y a caminar siempre creyendo que Dios nunca nos abandona.
Todos los vivientes alrededor del trono, ADORAN, ALABAN y dan GRACIAS incesantes a Dios Creador que ejerce, desde el trono, el gobierno del universo creado por Él. Dios creó al ser humano por Amor, pero fue creado para SERVIR y AMAR A DIOS Y para OFRECERLE TODA LA CREACIÓN (CIC. núm. 358). La visión de Juan indica que Dios está siempre cerca de los que le aman.
El Águila como Símbolo de Poder.
Por sus cualidades excepcionales como animal, la figura del águila se considera un animal mítico en muchas culturas y civilizaciones, y representa el poder en todas las mitologías que se han desarrollado en las culturas e imperios más importantes de la humanidad. Ha tenido, a lo largo de la historia, gran importancia como símbolo de nobleza, de poder y de triunfo sobre la serpiente, que representa la tierra los demonios y el mal.
El águila es un símbolo de victoria que adoptaron muchos imperios y naciones a lo largo de la historia. Ha sido un animal mítico en muchos imperios y culturas; simboliza el grado más alto de la dignidad, de la realeza y del poder humano; era considerado como un signo de las divinidades paganas.
La figura del águila, como símbolo de poder, alcanzó gran poder simbólico por su capacidad para surcar los cielos a gran altura, su velocidad y agudeza visual, y se convirtió en un símbolo de inteligencia. Estas cualidades, que no posee ningún otro animal, despertaron en el hombre una gran admiración y consideró al águila como un animal superior que podía volar hasta los cielos (prov. 23,5).
Estas cualidades únicas del águila excitaron en el hombre su imaginación e hicieron que su mirada se elevara al cielo y su intelecto hacia la trascendencia. El águila fue mitificada y se convirtió en un puente de conexión entre el mundo de la materia y el mundo del espíritu, que puso en marcha el proceso de renovación de la mente humana y el triunfo del espíritu sobre la materia, para poder enfrentarse a los poderes oscuros y malignos. La conexión con lo sobrenatural permitió al hombre tomar conciencia de sus limitaciones y experimentar la necesidad de pedir y obtener ayuda de lo alto, de seres celestes superiores a él. La conexión entre lo material y lo espiritual fue decisiva y permitió al hombre evolucionar y experimentar niveles superiores de consciencia, abriéndose a la dimensión espiritual que el hombre posee por naturaleza. En torno a la figura del águila surgieron muchos relatos míticos y simbolismos poderosos relacionados con los procesos de fundación de ciudades, países e imperios en los que el águila, vencedora de la serpiente, representaba el poder de Júpiter (Zeus) dios del cielo diurno, el arrojo y la valentía que no teme ni al rayo ni a las tormentas, como atributo de Júpiter. En el antiguo Egipto los animales eran representantes de los atributos de los dioses; el águila sería la más importante de las aves sagradas y simbolizaba la esperanza en una vida eterna después de la muerte relacionada con el culto al sol. El mito del Ave Fénix, ave de la inmortalidad que se inmola en una pira de fuego y surge de sus cenizas, estaba íntimamente relacionado con la divinidad solar, el dios Ra y, posteriormente, con el planeta Venus.
El mito debió de surgir en Libia y Etiopía, de donde pasó al antiguo Egipto (ca. 3000 AC.) y se extendió a otras civilizaciones: China, Mesopotamia, Japón, Grecia, Roma, Rusia, América… La existencia de seres angélicos o dioses alados con formas de águila está atestiguada desde hace más de 5000 años (AC.), así como la presencia de figuras de dioses y dioses alados y la presencia del disco solar.

La influencia del mito del Ave Fénix en el pensamiento, la cultura y la religión de la humanidad ha sido enorme. El mito encierra una trascendental simbología que expresa la esperanza de la humanidad en una vida eterna, ya desde los tiempos remotos; para el cristiano el ave Fénix vivía ya en el jardín del Paraíso.