6Delante del trono como un mar transparente semejante al cristal. En medio del trono, y entorno al trono, cuatro vivientes llenos de ojos por delante y por detrás.
Apocalipsis 4:6
Juan continúa describiendo la visión que tuvo de Dios Omnipotente sentado en el trono del Cielo; la visión se dispone a revelar lo que va a suceder y la intervención inminente y definitiva de Dios al final de la historia de la humanidad.
¿Cómo describir con palabras la realidad escatológica asombrosa del cielo y la de Dios omnipotente que está viendo Juan con los ojos del alma y que rebasa el alcance de sus sentidos? Juan recurre a las imágenes que, aunque valen más que mil palabras, siempre son muy inferiores a la realidad que quieren expresar. Describe el cielo (el firmamento) con una metáfora, como un mar trasparente semejante al cristal, como un mar de cristal trasparente y luminoso. Juan vio que el trono de Dios y centro del universo estaba asentado sobre un mar trasparente semejante al cristal.

El mar de cristal trasparente son las llamadas aguas celestes que Juan vislumbra en el cielo; las aguas celestes son las que separan la realidad terrena, en la que se encuentra Juan, de la realidad celestial de la visión a la que es trasportado en espíritu (Gen.1.6-8), (Ex. 24, 9-11), (1Reyes 12-19), (Ez.1,22).
En medio del trono y entorno al trono, cuatro vivientes llenos de ojos por delante y por detrás.
Aquí comienza la Revelación; Juan explica, con simbolismos y figuras, la visión que tiene con los ojos del alma, desde la puerta abierta del cielo, de los cuatro vivientes llenos de ojos por delante y por detrás.
Juan utiliza y transforma las imágenes contenidas en diversas fuentes bíblicas, principalmente de la visión celestial y de la presencia de Dios que tuvo el profeta Ezequiel (Ez. 1,5), durante su cautiverio en Babilonia (ca.594-567 AC.).
No es posible explicar con palabras el contenido de la visión celestial que tuvo Juan; la figura de los cuatro vivientes llenos de ojos por delante y por detrás del cielo admite varias interpretaciones plausibles fundamentadas en los textos bíblicos. Para explicar la visión celestial, Juan recurre a la estructura narrativa de las imágenes, símbolos y figuras que el profeta Ezequiel utilizó en su Apocalipsis(cap.1,5-28) con algunas diferencias propias de la nueva visión celestial, manteniéndose la escatología y la tipología del Antiguo Testamento; en el Apocalipsis de Juan se hacen 29 citas al Libro de Ezequiel.
La sabiduría y la luz del Espíritu Santo que inspiró las escrituras a los profetas nos permitirá también interpretar las imágenes y vislumbrar la realidad gloriosa del cielo y así, poder experimentar en la tierra las primicias de la alegría de la salvación de los hijos de Dios.
La gran diferencia entre los Apocalipsis de Ezequiel (AT.) de Juan (NT.) está en el carácter personal de los cuatro seres vivientes; en el Apocalipsis de Juan cada viviente se identifica por su rostro diferente y semejante a un determinado animal; en el Apocalipsis de Ezequiel los cuatro seres vivientes tienen la misma característica con los mismos cuatro rostros cada uno.
Los cuatro vivientes.
El número cuatro expresa totalidad y tiene un amplio significado y simboliza el cosmos y el mundo relacionado con los cuatro puntos cardinales; el número cuatro es el número de la creación y de todo lo creado en la tierra por Dios; a su vez está asociado a mensajes importantes relacionados con el futuro de la humanidad, de la tierra y del cosmos.
Los cuatro vivientes tienen un gran sentido simbólico; representan a toda la creación que está en presencia de su Creador alrededor del Trono desde el que la gobierna. Dios sentado en su trono reina y gobierna, en cada instante el universo creado por Él.
La presencia de los querubines y de la creación expectante presagia un mensaje muy importante de Dios, relacionado con los acontecimientos futuros que han de suceder a la humanidad y al universo entero. La visión de los querubines anticipa que algo trascendental está a punto de suceder. La corte celestial, los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes están dispuestos a participar, de algún modo, en el inminente juicio final de Jesucristo a la humanidad.
¿Quiénes son los cuatro seres vivientes?
Son querubines (o serafines), seres angélicos espirituales e inmortales creados por Dios; tienen la plenitud del conocimiento y el poder para conocer y ver a Dios y forman parte de la primera jerarquía angélica, serafines, querubines y tronos; son seres espirituales dotados de gran inteligencia y entendimiento. Son los servidores de Dios y siempre están atentos a la voz y a la palabra de Dios, prestos a ejecutar sus órdenes con la máxima prontitud y diligencia (Catecismo n.328-36).
Los querubines se mueven, abarcan y actúan, con la máxima celeridad, por todo el universo cumpliendo los mandatos de Dios; son seres vivientes alados “agentes del Bien”; su misión es colaborar con Dios en el plan de salvación de la humanidad y proteger la palabra de Dios en los momentos más difíciles cuando es atacada y colaboran en la difusión y en la preservación del mensaje de salvación e interviniendo, de modo destacado, en el momento del juicio final a la humanidad.
En el judaísmo, a los querubines se les llamaba los ángeles de fuego que sostenían el trono de Dios y estaban presentes en un lugar destacado, muy cerca del trono de Dios anunciando su presencia cercana. Sobre el Arca de la Alianza había dos querubines de oro macizo que Dios mandó construir a Moisés y en el templo de Salomón el arca se instaló en el “Santa Santorum” bajo las alas de dos querubines.
Son guardianes del Trono de Dios y están continuamente a su servicio, para guardar y proteger su Santidad y su Gloria; se asocian al gobierno y al juicio de los seres creados al final de los tiempos; están en constante movimiento cerca de Dios rodeando su trono y en relación estrecha y directa con Él. Su presencia anuncia la venida inminente de Dios al final de los tiempos, con la que Dios se acerca a los hombres para anunciarles su venida trascendental y definitiva como Juez del universo.
Los cuatro querubines, junto con los veinticuatro ancianos, realizan la liturgia de adoración y alabanza constante a Dios ante el trono; inician el acto de la Adoración continua a Dios Creador, que es seguida de la Adoración acompasada de los veinticuatro ancianos.
La visión describe el santuario celeste en el que Dios es adorado por todos los diversos seres vivientes que le sirven desde el principio de la creación. Este coro de adoradores de Dios Padre Creador, sentado en el trono, forma parte de la liturgia y de la escenografía del cielo que adora, alaba, da gracias y canta continuamente: ≪Santo, Santo, Santo, Señor Dios, Soberano del Universo, Aquel que Es, que Era y que Viene≫.


Llenos de ojos por delante y por detrás.
La abundancia de los ojos de los cuatro querubines simboliza su extraordinaria agudeza visual, inteligencia y capacidad para ver lo exterior y lo que hay oculto. La abundancia de ojos les es necesaria, para poder ver la grandeza de Dios, al que ven cara a cara, y para comprender sus deseos y para cumplir con rapidez sus mandatos; la abundancia de los ojos la necesitan para poder experimentar la gran dicha de contemplar la grandiosidad, la magnificencia y la belleza luminosa del rostro de Dios sentado en su trono. La contemplación de Dios les llena de luz, de energía, de vida y de una alegría que les colma de una felicidad completa y perpetua que comparten con los hombres en el cielo.
La abundancia de ojos y la gran agudeza visual que tienen los cuatro seres vivientes les permite escrudiñar con celeridad todo lo que sucede en el universo y vislumbrar el acontecimiento trascendental que va a suceder, como guardianes de todo lo creado; nada queda oculto a su mirada. La abundancia de los ojos puede ser interpretada también como la providencia y la salvación de los seres vivientes que viene de Dios.