Dios entrega al Cordero los destinos del Mundo

1Después tuve una visión. He aquí que una puerta estaba abierta en el cielo, y aquella voz que había oído antes, como voz de trompeta que hablara conmigo, me decía: ≪Sube acá≫, que te voy a enseñar lo que ha de suceder después.2Al instante caí en éxtasis. Vi que un trono estaba erguido en el cielo, y uno sentado en el trono.3El que estaba sentado era de aspecto semejante al jaspe y a la cornalina; y un arcoíris alrededor del trono, de aspecto semejante a la esmeralda.

Apocalipsis 1: 1-3

Después de recibir los mensajes de Jesucristo a las siete iglesias, Juan tiene una visión del cielo a través de una puerta abierta; oyó una voz como de trompeta, que había oído ya antes y que le había hablado en los mensajes a las siete iglesias.

Una puerta estaba abierta en el cielo.

Juan en su éxtasis vio la puerta abierta en el cielo y la sala del trono brillante de Dios, que estaba custodiada por ángeles; es la puerta de la revelación, que acerca al hombre a la Divinidad por medio de Jesucristo. Jesucristo es la puerta por la que la humanidad accede a ver la presencia de la Gloria de Dios en el Cielo. La puerta la ha abierto Dios al hombre fiel que ha creado por amor, porque quiere que participe de su gloria y sea eternamente feliz en su presencia. Dios abre la puerta del cielo y se acerca al hombre manteniendo su alianza con Él por amor.

El cielo (paraíso, la Jerusalén celestial) es una realidad escatológica de felicidad completa y eterna” Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó a los que le aman” (1Co 2,9). Esta felicidad que no podemos comprender ni imaginar, la experimentaremos en el cielo al final de los tiempos.

El Antiguo Testamento relata varias visiones que tuvieron algunos profetas: las visiones de Enoc que vio al Dios del cielo, de Elías que subió al cielo, de Isaías, de Ezequiel que tuvo una visión del trono (Ezequiel 1,4-28), y la visión de Daniel (Daniel 7,13). Estas visiones sucedieron antes de la venida de Jesucristo a la tierra.

La visión del cielo del Apocalipsis de Juan sucede después de la venida de Jesucristo al mundo, para redimirle de sus pecados; después de su Resurrección gloriosa como Dios y hombre está sentado a la derecha del Padre. La visión del cielo que describe el Apocalipsis de Juan es la visión del amor infinito de Dios que se manifiesta a los hombres fieles a su palabra y muestra su fin glorioso que trasciende y pone fin a la historia.

No le es posible a Juan expresar solo con palabras la visión celestial que tuvo, porque está fuera del alcance de lo que puede pensar o figurar la mente humana. Ha necesitado utilizar un lenguaje figurado o mítico, mediante imágenes y símbolos, para poder explicar lo que ha visto.

La eterna felicidad del cielo, viendo a Dios cara a cara, colmará las aspiraciones y los deseos de felicidad del hombre fiel, como criatura creada por Dios a su imagen y semejanza. En el cielo la especie humana bienaventurada y glorificada, alcanzará su máximo estado como criatura creada por Dios. El hombre es plenamente hombre como hermano de Jesucristo.

La contemplación de Dios es la causa que produce al hombre un gozo indecible,la bienaventuranza y la vida eterna. El culto celestial de los hombres es de adoración comunitaria a Dios y de comunión perfecta con Él y con nuestra Madre Reina del cielo y del universo, la Santísima virgen María.

El cielo está en el cosmos, pero no se encuentra en ningún lugar concreto; es la nueva tierra, la Jerusalén celestial, destino último de la humanidad que ha amado a Dios y ha sido fiel en la tierra a sus mandamientos. Al final de los tiempos, la humanidad habrá llegado a su término temporal, con la transformación definitiva de la humanidad, del mundo y del cosmos creado por Dios (2P. 3,13), (Rm.8,19-23).

Como voz de trompeta.

El sonido penetrante e impactante de la trompeta anuncia a Juan la presencia de un personaje muy importante; este sonido le hace estar muy atento al mensaje que se va a anunciar; la presencia majestuosa de Jesucristo le hace caer a tierra en éxtasis.

El personaje que se presenta y habla a Juan, no es ni un Rey ni un Emperador; es el mismo Jesucristo Dios y hombre verdadero y Rey del universo que habla a Juan con una voz, tan potente, que le atemoriza y le hace caer en éxtasis fuera del cuerpo.

≪ sube acá≫, que te voy a enseñar lo que ha de suceder después.

Esto es lo que dice Jesucristo a Juan; es un mandato poderoso que transporta en espíritu a Juan, de forma sobrenatural, hasta la puerta abierta del cielo. Allí va a recibir una revelación a cerca de los sucesos futuros que sucederán en el mundo. Juan no tuvo un sueño, fue transportado sobrenaturalmente fuera de la realidad del mundo a la realidad del cielo. Después de las cartas a las siete iglesias, Jesucristo revela a Juan acontecimientos muy trascendentales para la humanidad y para el mundo que sucederán en el futuro. Juan es trasportado en el espíritu, por algún tiempo, hasta la puerta abierta del cielo. Podemos preguntarnos ¿Dónde está el cuerpo de Juan durante el éxtasis? no lo podemos saber. Jesucristo elige a la persona de Juan como representante de su iglesia en el mundo de los primeros tiempos del cristianismo para que pueda contemplar y conocer, desde el umbral de la Jerusalén celestial (paraíso, cielo), la realidad y los acontecimientos del mundo de su época y los terribles y trascendentales acontecimientos futuros que sucederán en el mundo al final de los tiempos.

Sube Acá

La tradición judía hebraica considera los cielos con siete diferentes niveles de cercanía a Dios; llama, en términos terrenales, séptimo cielo «al nivel más alto» situado por encima de todos los demás, en el que se encuentra el trono de Dios.

Según esta concepción la visión de Juan, al igual que la de san Pablo, que fue arrebatado al tercer cielo del Paraíso, habría subido también al tercer cielo, que es el primer nivel donde está la primera puerta que da acceso a ver la manifestación gloriosa y luminosa de Dios.

No es posible a la humanidad terrena conocer al final de los tiempos, la grandiosa e inefable realidad del cielo que espera al género humano obediente a la voluntad de Dios en el tiempo de su vida en la tierra. La humanidad vivirá eternamente feliz, bajo la mirada de Dios Creador, en una tierra nueva dentro de un cosmos nuevo finalmente trasformado. Por el contrario, la humanidad que no haya obedecido a Dios durante su vida en la tierra, será eternamente desgraciada alejada de su presencia.

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